¿UN MUNDO MEJOR PARA NUESTROS HIJOS?



Por: Jessica Ango



¿Cabe la pregunta a estas alturas de la industrialización del siglo XX?...desde mi punto de vista no; nosotros  nos hemos dedicado a destruir el legado más grande para nuestros hijos. Así, durante millones de años, el efecto invernadero natural mantuvo el clima de la Tierra a una temperatura media relativamente estable permitiendo el desarrollo de la vida. Los gases invernadero retenían el calor del sol cerca de la superficie de la tierra, ayudando a la evaporación del agua superficial para formar las nubes, las cuales devuelven el agua a la Tierra, en un ciclo vital manteniendo el  equilibrio.

Durante unos 160 mil años, la Tierra tuvo dos periodos en los que las temperaturas medias globales fueron alrededor de 5º C más bajas de las actuales. El cambio fue lento, transcurrieron varios miles de años para salir de la era glacial. Ahora, sin embargo, las concentraciones de gases invernadero en la atmósfera están creciendo rápidamente, como consecuencia de que el mundo quema cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles destruyendo bosques y praderas, que de otro modo podrían absorber dióxido de carbono y favorecer el equilibrio de la temperatura.

Es por eso que hoy podemos encontrar a personas hablando sobre el efecto invernadero que es la causa principal del calentamiento global en pocas palabras ¿qué es eso? No es nada mas que el deterioro de la atmósfera lo que produce deshielos en nuestros páramos y en los polos, preocupando no solo a ciertos sectores del país sino al mundo en general.

El Ecuador no se ha visto excento de estos problemas  mas nosotros los ecuatorianos podríamos decir que hasta cierto punto hemos sido beneficiados por la fauna y flora que poseemos, pero nuestros actos nos acercan cada vez más al riesgo de experimentar aquella frase de antaño que dice “uno no sabe lo que tiene hasta que lo que pierde” puesto que esa ignorancia nos lleva a cometer los peores atentados contra la naturaleza..

Por lo que deberíamos detenernos a pensar si vale más la exportación de petróleo o de minas para nuestro país, o el conservar intacta la fauna amazónica.

Probablemente somos de las últimas generaciones que aún tendrán en sus manos la capacidad de decidir las condiciones en las que dejaremos el planeta  como el mejor legado para nuestros hijos. Pero no basta solo con pensar sino con tener la fuerza de voluntad de mejorar día a día el mundo, cambiando nuestros hábitos de consumo desde cosas tan cotidianas como el uso de bombillas ahorradoras, optimizando el uso del agua, utilizando un colgador/tendedero en vez de una secadora de ropa, comprando productos de papel reciclado, evitando comprar productos envasados; y ante todo planteándonos diariamente y las veces que sean necesarias ¿lo que estoy haciendo afectará ese legado que quiero dejar a mis descendientes?